ECONOMÍA

De la propiedad al uso. ¿Hacia dónde avanza la economía colaborativa?

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De la propiedad al uso. ¿Hacia dónde avanza la economía colaborativa?
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CaixaBank

12 Diciembre, 2017


Car2Go, BlaBlaCar, Relendo, Emov, Zity… decenas de empresas del top of mind de la sociedad practican la economía colaborativa. Pero, ¿sabemos qué es realmente? Según la Universidad de Deusto, se trata de un concepto que redefine la forma tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar a través de las nuevas tecnologías y las comunidades, en las que el acceso a un servicio o bien prima frente a la propiedad.

Las definiciones son dispares y, más allá de los conceptos de propiedad y compartición, hay algunos aspectos implícitos a esta práctica. El Ministerio de Turismo, Energía y Agenda Digital subraya en una publicación reciente que “la economía colaborativa tiene más relación con la reducción de los costes de transacción” y que “tiene la capacidad de aliviar los problemas sociales como el hiperconsumismo, la contaminación y la pobreza mediante la reducción del coste de la coordinación económica dentro de las comunidades”.

Según datos de la CNMC, 1 de cada 3 internautas utiliza estas plataformas al menos una vez al año. La pregunta es: ¿hacia dónde se dirige la economía colaborativa?

El renting como fórmula de economía colaborativa

Tal y como recoge un artículo de Consumo Colaborativo, en 2016 se consolidó el interés de la industria tradicional del automóvil por realizar alianzas y compras con startups de movilidad. En consecuencia, la tendencia de los clientes ha cambiado considerablemente, ya que aquellos que antes eran reticentes a aceptar fórmulas de economía colaborativa, como el renting, ahora lo ven como una gran oportunidad y una inversión. Pero, ¿cómo se ha conseguido este cambio de percepción?

Puede parecer que el renting es un sistema tradicional, pero es una de las vías por las que se puede estructurar este nuevo enfoque económico. Muchas marcas de coches han lanzado este servicio para captar y fidelizar a los clientes aprovechando sus fortalezas: la transformación de la propiedad en servicio, la simplificación del uso del bien y la potencialización del ahorro económico y del desarrollo sostenible.

Además, en este contexto entran en juego dos factores. El primero es el hecho de que un coche permanece parado o aparcado el 97% del tiempo y, por lo tanto, el pago por uso cala cada vez más en la sociedad, al ser un servicio muy rentable para el cliente final. Y por otra parte, el aumento del servicio todo incluido, que permite al cliente pagar una cuota mensual que incluye todos los gastos del coche, salvo el carburante.

Esta práctica también se está extendiendo a otros sectores. En CaixaBank, por ejemplo, dentro de nuestras líneas de financiación estamos apostando por la comercialización, bajo la fórmula del renting, de nuevos modelos de fabricantes de coches como el Seat Ibiza que se lanzó en junio. Y ahora los clientes particulares también pueden disfrutar de un vehículo siempre nuevo con todos los servicios incluidos por una cuota mensual.

Economía colaborativa

Regulación

La velocidad de asentamiento de estas iniciativas y los debates que están generando hacen que sea necesario desarrollar regulaciones transparentes. Además, por la presión regulatoria o por la lógica colaborativa, en un futuro se caminará hacia más plataformas descentralizadas como OpenBazaar.

Ciudades cada vez más colaborativas

En los próximos meses continuará el impulso a las ciudades colaborativas con planes específicos de desarrollo y promoción de políticas públicas. Este año estamos viendo las primeras alianzas globales en ciudades colaborativas. Países como Holanda o Corea van a la cabeza del desarrollo. Según el citado artículo de Consumo Colaborativo: “Las ciudades deberán empezar a tratar a las plataformas de economía colaborativa como infraestructura ciudadana para la colaboración”.

La economía colaborativa es en estos momentos una alternativa con calado social y empresarial, aunque es difícil prever el rumbo de este sector por el propio perfil del consumidor y el rol que deben asumir las autoridades a escala nacional y global.

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