ECONOMÍA

Cuando pagar con sal estaba a la orden del día

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Cuando pagar con sal estaba a la orden del día
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CaixaBank

06 Mayo, 2019


La sal. Ese humilde condimento capaz de animar las recetas más insípidas, presente en casi todos los hogares y mesas. Parece increíble que un día marcara la economía mundial e incluso fuera empleada como instrumento para pagar por bienes y servicios. Y, sin embargo, así fue.

A lo largo de la Edad Antigua y la Edad Media, la sal se consideró un recurso valioso. Sus múltiples usos tienen mucho que ver con ello. Servía para dar sabor a los platos, para aportar sodio a la dieta, para honrar a los muertos y también para transformar alimentos con el fin de añadirles valor como mercancía. La sal trazó rutas, protagonizó impuestos e incluso sirve como fundamento para alguna controversia relacionada con las actuales nóminas.

Un mineral muy valioso

La sal se ha considerado un bien muy valioso a lo largo de la historia. Un ejemplo de ello es el papel que desempeñaba en el Antiguo Egipto. Entonces ya se extraía, intercambiaba y utilizaba para múltiples propósitos.

Los egipcios utilizaban la sal para conservar alimentos como el pescado, que abundaba en el Nilo. Gracias a este método, las cuantiosas capturas a orillas de este río veían extendida su fecha de consumo y, por tanto, su utilidad para el comercio tanto interior como exterior.

De hecho, aunque tenían amplios recursos para extraer la sal y exportarla, los egipcios la utilizaban principalmente para salar pescado y comerciar con él. Por ejemplo, vendían esta mercancía a los fenicios para obtener a cambio madera de cedro, vidrio y pigmento púrpura, muy escaso y apreciado por los egipcios.

Además de su uso para conservar alimentos, los egipcios empleaban la sal para condimentar y enriquecer sus platos, elaborar medicinas e incluso para honrar a sus muertos. El uso de la sal era muy habitual a la hora de momificar los cadáveres e incluso se realizaban ofrendas de este mineral a los fallecidos.

Las múltiples posibilidades que ofrecía la sal no eran algo exclusivo de los egipcios. En la antigua China este mineral también cobró un gran protagonismo. Tanto es así, que una de las primeras referencias tributarias que encontramos tiene que ver con un impuesto a la sal que estableció el emperador chino Hsia Yu en el año 2200 a.C.

Rutas de la sal y… ¿salarios?

Tal vez un buen ejemplo de la importancia que ha llegado a tener la sal en la economía sean las rutas que se establecieron en torno a ella. Este tipo de vías florecieron por todo el mundo conocido en la antigüedad. Una de las más transitadas transcurría entre Marruecos y Tombuctú (Malí) a través del Sahara. Otra ruta marítima conectaba las salinas egipcias con la Antigua Grecia, atravesando el Mar Mediterráneo y el Egeo. Heródoto también describió una ruta comercial que unía los oasis de sal en el desierto libio.

Precisamente una de estas rutas se cita frecuentemente como el origen del término salario. Esta palabra la empleamos hoy en día para referirnos a la cantidad de dinero con la que se retribuye a los trabajadores por cuenta ajena.

La Vía Salaria, una de las más transitadas que conducía a la Antigua Roma, era utilizada por comerciantes que llevaban carros tirados por bueyes llenos de sal que subían el río Tíber procedentes de las salinas de Ostia. Se dice que los soldados romanos que vigilaban esta ruta cobraban parte de su retribución en sal, un concepto conocido como salarium argentum.

Eso sí, conviene tomar esta afirmación, muy extendida, con cautela: algunos expertos como Peter Gainsford, de la Universidad Victoria  de Wellington (Nueva Zelanda) consideran que la vinculación entre el pago con sal a los soldados y la palabra salario es pura fantasía inventada por los autores de diccionarios de latín de los siglos XVIII y XIX. De hecho, este profesor asegura que no existe evidencia alguna que sugiera que esto fuera así. Sin embargo, reconoce que el adjetivo salarius (en latín, relativo a la sal) y el nombre salarium, del cual emana el actual término salario, parecen estar conectados etimológicamente.

La sal como dinero

A lo largo de la historia existen varios ejemplos del uso de la sal como dinero. Es el caso de la Antigua Grecia, donde se intercambiaba este mineral por esclavos. Concretamente, se trataba de una práctica habitual en Tracia.

También en la Edad Media se empleaba la sal como moneda. Hans Ulrich Vogel, catedrático de Historia China en la Universidad de Tubinga (Alemania), apunta que Marco Polo registró este uso del mineral en la provincia de Yunnan. No solo eso: la sal se llegó a intercambiar por oro en el Tíbet y en la provincia de Caindu. De hecho, el experto ha encontrado evidencias de que la sal se empleó como moneda en Yunnan y sus regiones adyacentes desde finales del siglo VIII y hasta mediados del siglo XX.

Otro ejemplo reciente del uso de la sal como moneda aparece en Etiopía en la Era Moderna. Un famoso libro de viajes del siglo XVII escrito por John Ray describe cómo los etíopes no utilizaban moneda acuñada como los europeos para pagar por las mercancías. En cambio, empleaban sal reducida a pequeñas piezas cuadradas que se parecían a pastillas de jabón.

Pagar con sal fue una costumbre que se mantuvo durante siglos en Etiopía, ya que otros autores mencionan que la moneda básica en el país consistió en barras de sal de medio kilo denominadas amoleh  y cuyo uso se extendió hasta principios del siglo XX.

El papel de la sal en la economía ha sido muy importante y también desconocido en la actualidad. Sin duda, contemplar un humilde salero encima de una mesa tiene muchas más connotaciones de las que sospechamos.

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