ECONOMÍA

Educación financiera, clave en las acciones de RSC

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Educación financiera, clave en las acciones de RSC
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CaixaBank

12 Marzo, 2018


La crisis financiera de 2008, al haber sido considerado generalmente como «una crisis de confianza», despertó la conciencia de que la ética y la responsabilidad social corporativa (RSC) deben ser criterios reguladores básicos de las instituciones. Este y otros factores han conducido al hecho que, en la última década, las iniciativas de educación financiera se hayan multiplicado.

Dichas iniciativas tienen un objetivo común: facilitar el acceso y la comprensión de las nociones económicas y financieras relevantes para poder gestionar de forma responsable los recursos económicos y tomar mejores decisiones. En otras palabras, para que los consumidores estén más informados y puedan tomar decisiones más sopesadas y prudentes a la hora, por ejemplo, de solicitar una hipoteca, pedir un préstamo o realizar una inversión.

Y es que, tal y como señala el profesor emérito del IESE Antonio Argandoña, «la responsabilidad social de un banco, un fondo o un asesor financiero debe empezar por sus impactos sobre lo que tiene más cerca de su negocio, es decir, sus clientes y sus empleados» y también por los impactos que tengan «sus acciones —y también sus omisiones— sobre sus clientes».

En este sentido, el Cuaderno «Educación financiera y responsabilidad de las empresas», preparado por Sergio Marín García y publicado por la Cátedra Caixabank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, aborda la educación financiera tratándola como un aspecto más de la RSC de las empresas; en concreto, de las del sector bancario y financiero.

El Cuaderno analiza, en primer lugar, la responsabilidad que tienen las compañías en la formación de los consumidores, y estudia el caso particular de las entidades financieras. Concretamente, se detectan cinco áreas específicas necesarias para conseguir una educación práctica y responsable: conducta, comunicación, consumo privado, política de consumo e influencia.

Seguidamente, se realiza un repaso de las principales iniciativas de educación financiera que se han llevado a cabo tanto en España como en otros países europeos. Dos estudios financiados por la Comisión Europea atestiguan, por ejemplo, que existen más de 180 programas de educación financiera en los Estados miembros de la UE, aunque no están homogéneamente distribuidos. En España, tras las figuras pioneras del Banco de España y la CNMV, que en 2008 lanzaron el primer plan de educación financiera generalista, hemos contado con varias iniciativas por parte del Ministerio de Economía, Unicaja, la Confederación Española de Cajas de Ahorros, el Institut d’Estudis Financers de Catalunya o CaixaBank, entre otras entidades.

Por último, el apartado final aborda el impacto que obtiene la educación financiera. Aquí es importante señalar que sus beneficios no repercuten únicamente en las personas o en las empresas, sino que también lo hacen en la economía (menor tasa de morosidad, menos situaciones de riesgo como las vividas en el mercado hipotecario, etc.) y en la sociedad en general (reducción del riesgo de exclusión social, mayor desarrollo material de la sociedad, etc.).

El Cuaderno concluye que esta preocupación por la educación financiera es relativamente reciente, ya que su historia no llega ni a las dos décadas de vida, y que todas las iniciativas y proyectos que existen en la actualidad se encuentran en un estado embrionario. Por eso mismo, «el momento actual es el momento idóneo para que las empresas relacionadas con este ámbito tomen la iniciativa» y lideren los planes destinados a promover la cultura financiera de la población a todos los niveles.

De hecho, la RSC no consiste en hacer algo distinto de lo que uno es o diferente de la identidad particular con la que cuenta cada empresa. Y es que, tal y como recogen tanto este como otros cuadernos de la Cátedra Caixabank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, «se trata, más bien, de intentar conseguir alinear los intereses de cada organización con aquellos otros más amplios que se persiguen de forma común en sociedad». Si se invierte con este fin, se estará demostrando que, de hecho, se es una entidad socialmente responsable.

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